¿Sabías
que…?
Los
VALORES son las reglas de conducta y actitudes según las cuales nos
comportamos y que están de acuerdo con aquello que consideramos correcto. Está
relacionado con la propia persona, su conducta, sus sentimientos y la
configuración y modelación de sus ideas.
En el jardín de niños trabajaremos durante
este mes el valor del RESPETO el
cual tiene que ver con aceptar al prójimo tal como es, con sus
virtudes y defectos, reconociendo sus derechos y necesidades.
La educación en el respeto empieza cuando
nos dirigimos a nuestros hijos correctamente, de la misma manera que esperamos
que ellos se dirijan a los demás.
La
actividad a realizar es leer en familia
el siguiente cuento, al finalizar la lectura, conversen sobre el mensaje que
les deja; dibujen y escriban otras formas de mostrar respeto.
“Las conejitas que no sabían respetar”
Había una vez
un conejo que se llamaba Serapio. Él vivía en lo más alto de una montaña con
sus nietas Serafina y Séfora.
Serapio era un conejo bueno y muy respetuoso
con todos los animales de la montaña y por ello lo apreciaban
mucho. Pero sus nietas eran diferentes: no sabían lo que era el respeto a los demás. Serapio siempre pedía disculpas por
lo que ellas hacían.
Cada vez que
ellas salían a pasear, Serafina se burlaba: “Pero mira
que fea está esa oveja. Y mira la nariz del toro”. “Sí, mira que feos son”,
respondía Séfora delante de los otros animalitos. Y así se la pasaban
molestando a los demás, todos los días.
Un día,
cansado el abuelo de la mala conducta de
sus nietas (que por más que les enseñaba, no se corregían),
se le ocurrió algo para hacerlas entender y les dijo: Vamos a practicar un
juego en donde cada una tendrá un cuaderno. En él escribirán la palabra “disculpas”, cada vez que le falten el
respeto a alguien. Ganará la que escriba menos esa palabra.
¡Está bien
abuelo, juguemos!, respondieron al mismo tiempo.
Cuando Séfora
le faltaba el respeto a alguien, Serafina le hacía acordar el juego y hacía que
escribiera en su cuaderno la palabra “disculpas”,
(porque así Séfora tendría más palabras y perdería el juego).
De igual forma
Séfora le hacía acordar a Serafina cuando le faltaba el respeto a alguien.
Pasaron los
días y hartas de escribir, las dos se pusieron a conversar: '¿no sería mejor
que ya no le faltemos el respeto a la gente? Así ya no sería necesario pedir “disculpas”.
Llegó el
momento en que Serapio tuvo que felicitar a ambas porque ya
no tenían quejas de los vecinos. Les pidió a las conejitas que borraran poco a poco todo lo escrito
hasta que sus cuadernos quedaran como nuevos.
Las conejitas se sintieron muy tristes porque
vieron que era imposible que las hojas del cuaderno quedaran como antes. Se lo
contaron al abuelo y él les dijo:
Del mismo modo queda el corazón de una persona a
la que le faltamos el respeto. Queda marcado y por más que pidamos “disculpas”, las huellas no se borran por
completo.
Por eso recuerden debemos respetar a los demás,
así como nos gustaría que nos respeten a nosotros.